miércoles, 30 de octubre de 2013

Street Art



Street Art

La séptima es la carrera emblemática de Bogotá.  Son veinte kilómetros atravesados por paredes, semáforos, calles, casas, apartamentos y parques.  Son más de doce graffittis, gigantes que ocupan paredes y hasta cuadres enteras, los que se encuentran en el tramo de la calle 62 hasta la 24.
 Son las 8.30 de la mañana cuando se inicio el recorrido a pie que tardo una hora y son las 11 de la mañana cuando conozco a Marcela.
Delgada, de estatura media y tez morena no aparenta 20 años. Se viste de tennis, jean y saco casi siempre. Estudia arquitectura y lleva inmersa en el mundo del grafiti hace cinco años, solo por hobby. “me deje influenciar de amigos fue por pasatiempo ya que los acompañaba y miraba. Después comencé a pintar y ya con el aerosol en la mano no lo volví a soltar”.

Inicie el recorrido de la javeriana hacia la 62 y el primer grafiti que encuentro es una fallada de toda una casa en la calle 52. Un superman invita a entrar a el café pop y hace que la cuadra se llene de color .No es el único dibujo unas casas más atrás encontramos una tienda de Tatoo adornada con una calavera mexicana de dientes verdes y por ultimo  terminado la cuadra hay portón lleno de figuras psicodélicas.

Su voz pausada, pero de toda una experta en el tema me explica que hay tres tipos de grafitis:

Uno es comercial que busca promocionar  una marca, el otro tiene que ver con el street art que plasma un mensaje político y por último esta el normal que expresa los sentimientos del grafittero o pueden expresar la indignación de toda una comunidad sobre un acontecimiento. Como paso con los muros de la 26 y de la Boyacá con 116  donde las autoridades dieron permiso para pintar un homenaje a papa de tripido. El joven grafitero que fue asesinado por un policía.

La joven, que estudia arquitectura, sabe que se expone con esta práctica “el grafitti acá es ilegal he contado con suerte porque nunca he terminado en la cárcel o prestando servicio comunitario”. Papa de tripido hizo mal, salió a bombardear ósea hacer firmas, tags-ups ilegales,  que  lo único que hace es deteriorar el bien público y privado mas no poner en riesgo la vida de una persona. “Por eso no estoy de acuerdo que lo hayan terminado matando porque al fin y al cabo su acción fue inofensiva”.
En ese momento su rostro se llena de impotencia, con una mirada de incomprensión me muestra los grafitis que le pintaron al joven, alza las cejas y me dice “por fortuna los papas tienen plata para defenderse, ese caso lo maquillaron mucho para proteger al policía”.
Sigo caminando y en la 55 encuentro otro grafiti también es la fallada de un café. Este muestra la cara de un señor fumando y exactamente a tres cuadras en la 58 lleno de colores se encuentra cubierto un portón con varias caritas y figuras geométricas. Al otro lado de la calzada resalta un portón negro en donde se encuentra la silueta de un hombre dibujada en tres colores: naranja, verde y amarillo. Al lado hay media pared pintada en los miso colores pero esta vez los ojos se roban la atención.

Marcela contrario a los grafitis con los que me tope en la caminata pinta más que todo letras o piezas y cada vez hace una letra diferente, tiene un carácter que fue con el que comenzó, su perro y de vez en cuando lo pinta como símbolo personal.
¿Cuál es tu grafitero favorito Marcela? Sin dudar responde Bansky el prolífico del street art británico. Me gusta él porque mantiene oculta su identidad por ejemplo se entro al museo MOMA de Nueva York y colgó sus trabajos sin que nadie se diera cuenta.
Después de media hora sin darme cuenta me tropiezo con la calle 34 en donde encuentro otro dibujo en aerosol del numero 571. Que en la parte superior derecha es tapado por un letrero de un restaurante haciendo que el grafiti pierda parte de su estética. Más adelante hacia la mitad de la cuadra esta el dibujo de una mujer afro en fondo azul rodeada de notas musicales y finalmente atravesando la 33 encuentro un túnel donde gran parte de sus paredes estas cubiertas por grafitis.

El sueño de marcela como el de muchos grafiteros es que en Colombia se legalice esta actividad para evitar casos dolorosos como el papa de tripido. Pero no se conforma con eso quiere viajar a Tesnow Praga a hacer grafitis  en calles donde su hooby es considerado arte, es legal y hace parte de la historia cultural de la humanidad.
Los grafitis de la séptima nos narran una historia, anónimos cada uno tiene un mensaje y un contexto, cada uno es una obra porque no es un simple tachón cada uno  a su manera seduce a los transeúntes y hacen de la séptima una calle colorida y con personalidad. Marcela también deja sus grafitis anónimos o en ocasiones con el dibujo de su perro. 

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