Street
Art
La séptima es la carrera
emblemática de Bogotá. Son veinte
kilómetros atravesados por paredes, semáforos, calles, casas, apartamentos y
parques. Son más de doce graffittis,
gigantes que ocupan paredes y hasta cuadres enteras, los que se encuentran en
el tramo de la calle 62 hasta la 24.
Son las 8.30 de la mañana cuando se inicio el
recorrido a pie que tardo una hora y son las 11 de la mañana cuando conozco a
Marcela.
Delgada,
de estatura media y tez morena no aparenta 20 años. Se viste de tennis, jean y
saco casi siempre. Estudia arquitectura y lleva inmersa en el mundo del grafiti
hace cinco años, solo por hobby. “me deje influenciar de amigos fue por pasatiempo ya
que los acompañaba y miraba. Después comencé a pintar y ya con el aerosol en la
mano no lo volví a soltar”.
Inicie el recorrido de la
javeriana hacia la 62 y el primer grafiti que encuentro es una fallada de toda
una casa en la calle 52. Un superman invita a entrar a el café pop y hace que
la cuadra se llene de color .No es el único dibujo unas casas más atrás
encontramos una tienda de Tatoo adornada con una calavera mexicana de dientes
verdes y por ultimo terminado la cuadra
hay portón lleno de figuras psicodélicas.
Su voz
pausada, pero de toda una experta en el tema me explica que hay tres tipos de
grafitis:
Uno es comercial que busca
promocionar una marca, el otro tiene que
ver con el street art que plasma un mensaje político y por último esta el
normal que expresa los sentimientos del grafittero o pueden expresar la
indignación de toda una comunidad sobre un acontecimiento. Como paso con los
muros de la 26 y de la Boyacá con 116 donde las autoridades dieron permiso para
pintar un homenaje a papa de tripido. El joven grafitero que fue asesinado por
un policía.
La joven, que estudia
arquitectura, sabe que se expone con esta práctica “el grafitti acá es ilegal
he contado con suerte porque nunca he terminado en la cárcel o prestando
servicio comunitario”. Papa de tripido hizo mal, salió a bombardear ósea hacer
firmas, tags-ups ilegales, que lo único
que hace es deteriorar el bien público y privado mas no poner en riesgo la vida
de una persona. “Por eso no estoy de acuerdo que lo hayan terminado matando
porque al fin y al cabo su acción fue inofensiva”.
En ese momento su rostro se llena
de impotencia, con una mirada de incomprensión me muestra los grafitis que le
pintaron al joven, alza las cejas y me dice “por fortuna los papas tienen plata
para defenderse, ese caso lo maquillaron mucho para proteger al policía”.
Sigo caminando y en la 55
encuentro otro grafiti también es la fallada de un café. Este muestra la cara
de un señor fumando y exactamente a tres cuadras en la 58 lleno de colores se
encuentra cubierto un portón con varias caritas y figuras geométricas. Al otro
lado de la calzada resalta un portón negro en donde se encuentra la silueta de
un hombre dibujada en tres colores: naranja, verde y amarillo. Al lado hay
media pared pintada en los miso colores pero esta vez los ojos se roban la
atención.
Marcela contrario a los grafitis
con los que me tope en la caminata pinta más que todo letras o piezas y cada
vez hace una letra diferente, tiene un carácter que fue con el que comenzó, su
perro y de vez en cuando lo pinta como símbolo personal.
¿Cuál es tu grafitero favorito
Marcela? Sin dudar responde Bansky el prolífico del street art británico. Me
gusta él porque mantiene oculta su identidad por ejemplo se entro al museo MOMA
de Nueva York y colgó sus trabajos sin que nadie se diera cuenta.
Después de media hora sin darme
cuenta me tropiezo con la calle 34 en donde encuentro otro dibujo en aerosol
del numero 571. Que en la parte superior derecha es tapado por un letrero de un
restaurante haciendo que el grafiti pierda parte de su estética. Más adelante
hacia la mitad de la cuadra esta el dibujo de una mujer afro en fondo azul
rodeada de notas musicales y finalmente atravesando la 33 encuentro un túnel
donde gran parte de sus paredes estas cubiertas por grafitis.
El sueño de marcela como el
de muchos grafiteros es que en Colombia se legalice esta actividad para evitar
casos dolorosos como el papa de tripido. Pero no se conforma con eso quiere viajar
a Tesnow Praga a hacer grafitis en
calles donde su hooby es considerado arte, es legal y hace parte de la historia
cultural de la humanidad.
Los grafitis de la séptima
nos narran una historia, anónimos cada uno tiene un mensaje y un contexto, cada
uno es una obra porque no es un simple tachón cada uno a su manera seduce a los transeúntes y hacen
de la séptima una calle colorida y con personalidad. Marcela también deja sus
grafitis anónimos o en ocasiones con el dibujo de su perro.
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